Recuerdo el tiempo donde todo era más sencillo, llegaban las 18:30, los de la tarde ya habían salido y jugábamos a la pelota hasta que nos llamaban nuestras madres porque ya era tarde. Una regla no comentada nunca era, se encendían las luces de la calle y el que hace el gol gana.
Pero siempre hubo un inconveniente, los que íbamos a la mañana, teníamos que esperar a los que iban a la tarde. La cantidad de jugadores era muy poca para jugar a cualquier otra cosa que no fuera la 25.
Mítico juego que se juega en un solo arco, con un arquero que iba rotando según iba avanzando el juego. El objetivo era llegar a 25 puntos y no ser el arquero al momento. NO se podía tocar dos veces la pelota, aunque si estaba en el aire hasta tres veces podías hacer payanitas (según me he enterado, era una regla interna del barrio), no más o ibas al arco. Tocar el palo o el travesaño no contaban como toque o falta, pero si iba afuera era una falta y al arco
Meter un gol normal era un punto, con el taco o de rabona 2 puntos, de tijera o con la cabeza 4 puntos y de chilena 10 puntos. El puntaje más que ser una tabla que te tienes que bajar de internet para poder jugar era un consenso a la hora de ponerse a jugar. Había mucho de eso en los juegos de antes, mucho de mediar, consensuar y de ceder para mantener la paz.
Cuando los 25 puntos llegaban con el mismo arquero por lo general cada integrante del juego le daba una patada al perdedor en el culo, o en casos más caretas un pelotazo. El componente de adrenalina que daba el ver que los puntos iban subiendo y no podías quemar a nadie o que estabas por darle una sentencia de muerte a tu compañero de juego con esa chilena eran las sensaciones más intensas que podías tener.
Al momento de pagar la prenda es donde salen a relucir las verdaderas personalidades de tus amigos. El amigo con misericordia que te patea despacio, el cruel que sabe que esto es uno por uno y te encaja una patada que te hace ver estrellas; el amigo moderado que no te pega tan fuerte buscando tu comprensión si él pierde y los cagones que dicen, yo no pego porque no quiero que me peguen.
La 25, mítico juego que ya no veo en las plazas, que extraño y que le enseñare a jugar a la fuerza a quien me encuentre por la calle, así que si ven un gordo cargando un revolver y balón de foball, ya saben que estoy en la santa cruzada de rescatar el gran juego perdido.
Por favor sean pacientes, no pisen lo fregado y no miren figo el busto de Cthulhu.
Que vuelva la 25....
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