Diario de Eugenio Robles 4: El Guardián de las Cumbres

 El Guardián de las Cumbres

8 de septiembre de 2023


Río Negro. El cielo aquí es un lienzo interminable de tonos grisáceos, y las montañas, imponentes guardianas de un silencio milenario, parecen observar cada paso que doy. No es difícil entender por qué la gente de la región cree en leyendas. Este lugar te hace sentir pequeño, casi insignificante, como si los secretos de la tierra fueran demasiado grandes para el entendimiento humano.

Llegué hace tres días siguiendo un rumor extraño: un hombre alto, delgado, de aspecto europeo, ha sido visto robando verduras de un pequeño plantío cercano a la base de las montañas. No sería más que una anécdota curiosa si no fuera por un detalle inquietante: el hombre desaparece en cuestión de segundos, como si la misma tierra lo tragara.

El dueño del plantío, un viejo de nombre Jacinto, me recibió con desconfianza. Pero después de unas horas compartiendo mate y algunas historias, comenzó a abrirse.

—Lo vi con mis propios ojos, señor. Era un hombre, pero no del todo. Tenía una mirada que helaba la sangre, y sus manos… eran como ramas. Caminaba lento, pero cuando intenté seguirlo, desapareció entre las piedras.

Jacinto habla del Huitranalhue, una criatura que, según las leyendas locales, es un espíritu guardián de las montañas, un ser inmortal que camina entre nosotros desde tiempos inmemoriales. Por supuesto, mi instinto de periodista me dice que esto es folklore, superstición. Pero algo en los ojos de Jacinto me hace dudar.

Decidí pasar la noche cerca del plantío, con la esperanza de ver algo por mí mismo. La oscuridad aquí es absoluta, solo rota por el murmullo del viento y el crujir de la madera seca. Horas pasaron sin novedad, hasta que, alrededor de la medianoche, el silencio fue roto por un zumbido distante.

Miré hacia el cielo y vi algo que no esperaba: helicópteros. Dos, quizás tres, avanzando en formación sobre las cumbres. Poco después, luces comenzaron a moverse entre los árboles, demasiado organizadas para ser cazadores locales. No eran turistas perdidos.

Entonces, un sonido agudo, como un lamento, se alzó desde las montañas. No puedo describirlo del todo, pero sentí el peso de algo antiguo y desconocido. Las luces se detuvieron, los helicópteros hicieron un giro amplio y comenzaron a descender lentamente en dirección a un claro que apenas distinguí en la lejanía.

Escribo estas líneas mientras las primeras luces del alba empiezan a filtrarse entre las montañas. La actividad nocturna cesó poco antes del amanecer, y ahora solo queda un silencio expectante. Algo grande está sucediendo aquí, algo que va más allá de una simple leyenda local.

He decidido que en cuanto el sol esté lo suficientemente alto, me internaré en las montañas. Necesito ver de cerca ese claro donde las luces y los helicópteros convergieron. Tal vez sea un campamento de cazadores furtivos o algún tipo de operación militar encubierta. Pero en el fondo, no puedo evitar preguntarme si estoy a punto de presenciar algo más. Algo que desafía mi escepticismo.

Los locales evitarán esa área como la peste. Pero yo no vine hasta aquí para quedarme en la superficie. Sea lo que sea, lo documentaré. Y si la historia del Huitranalhue es más que un mito, entonces este podría ser el capítulo más importante de mi carrera.

Mañana, las montañas me mostrarán su verdad.

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