Intensamente 2

 


Pixar vuelve, nos sacude y deja una enseñanza que te pega directo en la cabeza (y el corazón)

Hace algunos años, Intensamente nos enseñó a llorar sin vergüenza y a abrazar la Tristeza como parte de lo que somos. Ahora, con Intensamente 2, Pixar vuelve a meterse en nuestras cabezas —literalmente— y nos deja una enseñanza final que, si prestás atención, es una de las más importantes de la vida. Sí, amigos, Pixar lo hizo de nuevo... y yo terminé emocionado como si alguien me hubiese puesto la banda sonora de mi adolescencia.

Nuevas emociones, nuevos quilombos

Riley ya no es la nena adorable que conocimos; ahora es una adolescente de 13 años y, como todos sabemos, la adolescencia es como vivir en un terremoto emocional constante. Alegría, Tristeza, Furia, Miedo y Desagrado siguen ahí, tratando de mantener las cosas en orden, hasta que llegan las nuevas emociones: Ansiedad, Envidia, Vergüenza y Aburrimiento. Y sí, son tan caóticas como suenan.

La película logra algo impresionante: Ansiedad no es retratada como la villana, aunque su presencia lo revuelve todo. Pixar nos dice, sin darnos sermones, que las emociones complejas —esas que aprendemos a ignorar— tienen su lugar y función.

El golpe de realidad (y de emoción)

La aventura visual dentro de la mente de Riley vuelve a ser un despliegue de creatividad: la “corteza prefrontal” es la estrella del show, y cada rincón del cerebro tiene un diseño espectacular. Pero donde Intensamente 2 realmente brilla es en su mensaje.

Alegría, nuestra heroína original, tiene que aprender algo que no nos gusta aceptar: no podemos tener todo bajo control. Crecer significa dejar ir esa idea de “perfección” y aceptar que nuestras emociones, incluso las que nos incomodan, son necesarias. Pixar, con su varita mágica de narración, te lo dice sin gritarte: no pasa nada si no estás bien todo el tiempo.

¿Por qué me dejó pensando?

Porque vivimos en una época donde nos exigimos sonreír siempre, donde fallar, sentir ansiedad o reconocer que estamos perdidos parece casi un pecado. Pero Pixar te agarra del hombro, te mira a los ojos y te dice: “Está bien no estar bien. Está bien sentir todo eso. Sos humano.” La enseñanza final no solo es hermosa, es necesaria.

¿La recomiendo?

Obvio. Intensamente 2 no solo es una digna secuela, sino que toca un tema que muchos adultos todavía están intentando entender. No importa si tenés 13 o 30 años: esta película va a hablarte directamente al corazón y te va a dejar pensando en tu propia montaña rusa emocional. Vas a reír, vas a llorar (porque Pixar nunca perdona), y te vas a llevar una lección tan simple como poderosa: sentir está bien, siempre.

Gracias, Pixar, por recordarnos que no hay emociones malas, solo emociones que necesitamos entender.

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