La caza invisible
20 de octubre de 2023
La selva se abre paso lentamente mientras avanzo. No hay caminos aquí, solo senderos marcados por quienes conocen este laberinto verde como la palma de su mano. Me muevo en silencio, con cada paso cuidando no atraer la atención de las figuras que patrullan en la distancia.
El sonido de un río cercano me guía hacia lo que parece ser una pequeña edificación de madera, casi oculta entre la vegetación. Es un establo, pero no como los que uno encontraría en las estancias de la Pampa. Este es rudimentario, construido con prisa y con el único propósito de desmontarse rápido y permanecer oculto.
A través de una rendija, veo el interior. Mi pulso se acelera al confirmar lo que sospechaba: El Antiguo está aquí. Pero no es como lo imaginé. Su piel es negra como la obsidiana, sus cuatro ojos brillan con un fulgor rojo que atraviesa la oscuridad, y su cuerno espiralado se retuerce como una herida abierta hacia el cielo.
Está inquieto, caminando en círculos dentro del establo, sus pezuñas golpean el suelo con un ritmo que parece marcar el compas de algo que no puedo escuchar. No estoy solo; un grupo de hombres armados, claramente paramilitares, rodean la estructura. Sus movimientos son desorganizados, como los de una milicia sin entrenamiento pero sus dedos nunca dejan sus armas. No son simples cazadores, parecen mas como traficantes, juraría que en alguna de esas mochilas hay mucho polvo blanco.
De pronto, el silencio se rompe. Disparos resuenan en la distancia, un eco seco que retumba entre los árboles. Los hombres se agitan, sus órdenes cortas y urgentes se mezclan con el caos. Uno de ellos, más joven, se acerca al establo y, en un acto de desesperación o de obediencia ciega, abre la puerta.El unicornio no duda. En un salto, cruza la puerta y galopa hacia el origen de los disparos, en el camino golpea a uno de los traficantes destrozando su cuerpo contra un árbol. El suelo tiembla bajo su peso, y por un momento, la selva parece contener la respiración.
No puedo quedarme quieto. Aprovecho la confusión para acercarme al establo. Dentro, quedan restos de algo más: un círculo de marcas en las paredes y la puerta del establo, dibujos grabados que no reconozco pero que emanan una energía palpable. También hay jaulas pequeñas, vacías ahora, pero con señales de haber contenido criaturas menores.
Todo esto confirma lo que ya sabía: no se trata de simples traficantes, son traficantes de criaturas sobrenaturales. Esto es algo más grande, más oscuro. Y los disparos en la distancia me dicen que alguien más ha llegado para limpiar el desastre.
No puedo quedarme mucho tiempo. Los hombres regresan al establo, algunos heridos, otros nerviosos, y hablan en susurros. Mencionan a "la sombra" y "la interferencia". Entiendo de inmediato: ellos están aquí, la organización que siempre llega cuando los límites de nuestra realidad se desmoronan.Me retiro con cuidado, asegurándome de no ser visto. Mientras camino de regreso por el sendero improvisado, el silencio regresa, pero sé que algo ha cambiado. En la distancia, oigo un último disparo y, luego, un bramido que no es de este mundo.
Sé que el unicornio negro no es solo una leyenda. Lo vi, lo sentí, y aunque no tengo pruebas que pueda mostrar al mundo, la verdad está grabada en mi memoria. La selva guarda sus secretos, pero esta noche uno de ellos ha escapado.
Vuelvo al pueblo con la sensación de que he sido testigo de algo monumental, algo que permanecerá oculto en las sombras, pero cuya presencia marcará la selva del Chaco para siempre.



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