Diario de Eugenio Robles 18: La caída de los Caramaso

 La caída de los Caramaso

27 de noviembre de 2023


El Archivo Histórico de Córdoba era un santuario para los buscadores de verdades olvidadas. Estanterías polvorientas y archivos encuadernados en cuero conformaban un laberinto de historias, cada una esperando ser desenterrada. Me sumergí en los registros, buscando cualquier pista sobre la familia Caramaso.

No fue fácil. Los Caramaso eran más que una familia acomodada; estaban envueltos en un halo de misterio y poder. Conexiones con la realeza española, escándalos que habían sacudido los cimientos de la nobleza. Encontré un expediente con el sello del Reino de España, fechado en 1798.

El documento narraba cómo Marco Caramaso, el patriarca de la familia, había sido acusado de conspirar contra la Corona. La evidencia de prácticas de ocultismo se utilizó para desacreditarlos públicamente. Se decía que Marco era más que un simple noble; algunos lo llamaban El Conjurador de la Corte, un mago que poseía un poder inusual para influir en las decisiones de los monarcas.

El escándalo terminó con la expulsión de la familia Caramaso de la realeza. Desde entonces, su linaje quedó marcado. Aunque apartados, lograron mantener una vida próspera en las provincias argentinas. Pero todo cambió con la muerte de Marco en 1875.

Con Marco muerto y sin descendencia legítima, la casona y la fortuna familiar quedaron en disputa. Un desfile interminable de parientes lejanos y oportunistas reclamaron ser los herederos. Las demandas cruzadas y el litigio duraron décadas, y cuando finalmente se resolvieron, los costos legales habían devorado casi todo lo que alguna vez fue valioso.

Encontré un registro de 1902. La casona, entonces en ruinas, fue adjudicada al Estado Nacional como forma de saldar las deudas. Desde entonces, había permanecido vacía, un monumento al olvido y la tragedia.

Marco Caramaso
Lo que más me sorprendió fue un informe reciente, fechado apenas dos meses atrás. Al parecer, el gobierno tenía planes de convertir el terreno de la casona en una planta eléctrica. Los detalles eran escasos, pero la burocracia no miente: ya habían iniciado estudios preliminares.

La idea de que los restos del mundo de Alondra fueran arrasados por máquinas modernas me inquietaba. ¿Qué pasaría con ella? ¿Se desvanecería junto con los muros de la casona, o encontraría una forma de resistir?

Dejé el archivo con una copia de los documentos más relevantes y un nuevo propósito. Debía regresar a la casona antes de que las excavadoras del progreso enterraran la verdad para siempre.

La próxima noche, volvería a hablar con Alondra.

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