Epílogo Caramaso
30 de noviembre 2023
Al abrirlo, el olor a pergamino antiguo y cera me inunda. Cada página es una revelación, con una caligrafía meticulosa que tiembla en algunas secciones, como si la mano que la escribió dudara en transcribir lo que sabía. Las primeras hojas están llenas de diagramas complejos: círculos de invocación, recetas para pociones, fórmulas para purificar espacios y relatos antigüos de encuentros con lo desconocido. Pero es la segunda sección la que me hace detenerme.
El ambiente cambia mientras leo. Es como si el aire se volviera más denso, cargado de una energía palpable. Los rituales aquí descritos no son meras invocaciones, son puertas abiertas a algo mayor, habla de dimensiones, de almas y sombras de otro mundo. Marco Caramaso, en su desesperación, buscó lo inalcanzable: preservar el alma de su hija (después de conocerla, lo comprendo). Cada palabra parece vibrar, como si el libro supiera que ha encontrado un nuevo guardián. Dí un gran salto cuando una hoja cayo del libro, era vieja pero cuidadosamente doblada y conservada dentro del diario. Al recuperar un poco la respiración, la desdoblo con algo de nerviosismo y leo las palabras de Marco Caramaso:
Si estás leyendo esto, entonces mi cuerpo ha sucumbido, pero mi espíritu aún lucha por permanecer a tu lado. Las sombras que he manipulado y las luces que he invocado lo han hecho posible por más tiempo del que merezco. No temas por mí, pues he encontrado en el equilibrio de ambas fuerzas una especie de paz que jamás imaginé.
Eres mi legado, la razón por la que he enfrentado lo que otros considerarían maldiciones. Tus manos sostendrán el futuro que yo solo pude vislumbrar. Con este libro he intentado asegurarte "una vida" en la que puedas lidiar con lo que nos persigue, siempre con esperanza.
Recuerda, hija mía, que la oscuridad solo existe para resaltar la luz. Vive, Alondra. Vive por ambos.
Con amor eterno,
Tu padre, Marco Caramaso."
Coloco el relicario en un clavo oxidado junto a la ventana de mi estudio. Cuelga ahí, balanceándose suavemente con la brisa nocturna, bañándose en la luz tenue de mi lampara. Me quedo observándolo, sintiendo que Alondra aún está cerca, que su historia, y la de su padre, no han terminado. Espero hasta las doce de la noche, con la esperanza de que de algún modo Alondra apareciera, para regañarme por mi falta de modales.
Empiezo a entender que la magia es caprichosa al encontrarme solo pasadas las dos de la madrugada, mi mente me juega una mala pasada justo antes de cerrar mis ojos llenos de humedad. "Ojala hubiera podido salvarte niña". Finalmente caigo en un sueño triste en mi estudio, sintiendo que las lineas entre lo real y lo imaginario se han desdibujado para mi.




Comentarios
Publicar un comentario