Diario de Eugenio Robles 23: Runas y revelaciones

 Runas y revelaciones

8 de diciembre de 2023


La noche cayó como un manto pesado sobre mi estudio, apenas iluminado por la luz amarillenta de una lámpara de escritorio. Delante de mí, el Legado de Caramaso y mi libreta con las runas copiadas. Las páginas del libro, viejas y frágiles, crujían bajo mis dedos mientras buscaba cualquier referencia que pudiera dar sentido a las marcas en la bala.

Y allí estaban.

En una de las secciones más crípticas del Legado, encontré un patrón similar. Runes nórdicas, delineadas con la misma precisión que las que había visto bajo la lupa. Según el texto, estas runas no solo eran de protección; eran utilizadas para debilitar y contener a entidades del "Otro Lado". No se trataba de simples conjuros de defensa. Estas runas tenían la intención de despojar a estos seres de su fuerza, dejándolos vulnerables en nuestro plano. Era un lenguaje de poder, de control.

Sin embargo, el misterio seguía incompleto. Las runas diaguitas no aparecían en ninguna parte del libro. Una pieza faltante en este rompecabezas. Las preguntas comenzaron a inundar mi mente mientras el reloj marcaba las tres de la madrugada. ¿Quién había decidido mezclar dos tradiciones tan dispares? ¿Era esta una colaboración fortuita entre culturas o el resultado de siglos de intercambio oculto?

La conexión con las runas diaguitas era más personal, más local. Algo en mí, un presentimiento arraigado, me decía que estas eran la clave para comprender mejor a la organización. Sus métodos, sus motivos. Pero, ¿por qué recurrir a símbolos de un pueblo ancestral del noroeste argentino? No podía ignorar el hecho de que los diaguitas tenían su propia cosmología, un mundo espiritual que quizá solo ellos entendían. ¿Estaba la organización intentando controlar fuerzas específicas del continente?

Al amanecer, mientras cruzaba las calles desiertas de Buenos Aires hacia la Biblioteca de la Casa Rosada, mi mente era un torbellino. Tenía la bala en un bolsillo, y en el otro, la libreta con las runas copiadas. Había leído y escuchado historias sobre ellos: agentes silenciosos, invisibles, que aparecían en los lugares más insospechados. Operaban como sombras, dejando atrás pistas que apenas podían ser interpretadas por alguien como yo.

Y aquí estaba su huella, escondida en el metal y en las runas. El Legado de Caramaso me había dado una pista crucial: su trabajo no solo consistía en enfrentar lo desconocido, sino en comprenderlo y, más importante aún, en controlarlo. Estos símbolos eran un lenguaje para aquellos lo suficientemente audaces o desesperados como para desafiar las reglas naturales.

Sin embargo, el hecho de que usaran las runas diaguitas sugería algo más. No estaban luchando contra un enemigo externo. Había algo aquí, en este suelo, en estas tierras. Algo que necesitaba ser debilitado o contenido.

La Biblioteca me esperaba con sus interminables estantes y su aire cargado de historia. Sabía que no sería fácil. El tratado de Isadora Luna podría ser un libro olvidado en el polvo de los archivos o un texto clave en la investigación de esta red invisible. En mi interior, una certeza comenzaba a germinar: no era solo una investigación sobre eventos paranormales. Esto era algo más grande. Una lucha por el control del equilibrio entre dos mundos. Y yo estaba cada vez más cerca de ser un testigo incómodo.

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