Diario de Eugenio Robles 30: El fantasma de Isadora Luna

 El fantasma de Isadora Luna

30 de diciembre de 2023


Hay algo en la negación tajante de un militar que despierta mis instintos más básicos. "Lo siento, señor Robles, pero no tenemos registros de que esos escritos que usted menciona entraran o no entraran en la biblioteca del museo". La voz del oficial tenía la firmeza de una orden, pero el matiz de algo más: el desprecio a los civiles.

No me iba a rendir. He aprendido que en este país, donde los papeles desaparecen y las historias se diluyen en la niebla de los archivos olvidados, la clave es persistir. Gracias a un favor, me interné en los registros militares con la obstinación de un perro de caza. Durante horas, revisé documentos polvorientos, notas de entrega y catálogos obsoletos. Fue entonces cuando un nombre apareció repetidamente: General Martín Barrios.

Barrios era el encargado de la biblioteca legada por Isadora Luna. Sin embargo, en algún punto de su traslado a una base en la Patagonia, los rastros de esos textos desaparecieron como si nunca hubieran existido. Intenté seguir el rastro, pero todo estaba sellado, clasificado o, peor aún, completamente perdido. 

Casi estaba a punto de rendirme, la frustración y el cansancio pesaban en mi pecho como una losa. Una mirada al archivero buscando su apellido sería mi último intento. Fue entonces cuando encontré algo más. Un registro olvidado de una expedición militar de 1892 a Jujuy. El objetivo de la misión no estaba claro; la mayoría de los informes estaban incompletos. Sin embargo, lo que capturó mi atención fue la lista de personal científico que acompañaba a los soldados. Entre esos nombres, casi perdido en una esquina, estaba el de "I. Luna".

Isadora Luna, en una expedición militar, apenas dos años después de su supuesta desaparición. ¿Qué hacía una experta en lenguas y esoterismo en una misión militar en los Andes? Mi mente bullía con preguntas. ¿Qué buscaban en esas montañas? ¿Fue Isadora testigo de algo que secreto, o tal vez la única capaz de descifrar un enigma que los militares no podían resolver?

Este descubrimiento reavivó mi determinación. Jujuy es mi próximo destino. Si la expedición de 1892 fue tan importante como para borrar su rastro, entonces hay algo allí que vale la pena desenterrar. Tal vez, solo tal vez, encuentre las respuestas que me lleven más cerca de entender la verdad sobre Isadora Luna y la organización que trabaja en las sombras.

Por ahora, me aferro a un hilo de esperanza, pero en este trabajo, los hilos a menudo conducen a telarañas mucho más grandes.

PD: Al irme del lugar de los registros me parecio ver a un hombre impecablemente vestido, alto, elegante, destilaba autoridad por todos lados. No pude verlo bien porque iba rodado de soldados apresurados por entrar en el edificio que acababa de abandonar.
Pregunte por él en el puesto de salida, pero solo me dijeron que era un abogado protegiendo el patrimonio cultural de su familia. Pregunte por el bufette y no me sorprendió la respuesta... "Rosas, Montenegro & Barros" ¿Alguien está tratando de censurar mi investigación antes de que suceda?

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