La cueva del Silencio
8 de enero de 2024
El tren me llevó a través de paisajes que parecían sacados de otro mundo, desolados y majestuosos. Cada minuto que pasaba, las montañas parecían más imponentes, como si observaran mi avance con un ojo crítico. Llegué a la estación al anochecer y, después de un descanso breve, comencé mi ascenso. La única guía que tenía eran las anotaciones escuetas de aquel registro militar. Dos días más de caminata me llevaron a la boca de la cueva.
Era un lugar extraño. La entrada no tenía marcas, ni señales de que alguien hubiera estado allí en más de un siglo. Al adentrarme, sentí un calor que no era natural. La cueva estaba vacía de vida. Ni musgo, ni insectos. Nada. Encendí mi linterna, cada paso resonaba como un golpe de tambor en ese silencio opresivo.Fue un golpe de mala suerte —o tal vez de destino— lo que me llevó al hallazgo. Un paso en falso y la roca bajo mis pies cedió. Caí varios metros hasta lo que parecía ser una cueva secundaria. El golpe fue brutal, pero mi linterna siguió intacta, iluminando un escenario que no olvidaré fácilmente. Allí, entre las rocas, yacía un esqueleto humano.
Los huesos mostraban una fractura masiva en el pecho; la muerte debió ser instantánea. Me acerqué con cautela, revisando las pertenencias que todavía quedaban junto a los restos. Entre los fragmentos de tela y metal oxidado, encontré un papel amarillento, casi destruido por el tiempo. La caligrafía era apenas legible, pero las palabras más importantes quedaron claras:
"Informe de estado: la criatura, si bien vive a base de los minerales del suelo, se muestra extremadamente agresiva ante la vida en general. No soporta la competencia en su entorno. Recomendación: Eliminación.
Doctor Emiliano Vargas - Operación Nocturna."
Operación Nocturna. El nombre resonó en mi mente como un eco siniestro. Había escuchado rumores de mis contactos en la fuerza, susurros sobre un grupo gubernamental que operaba en las sombras, lidiando con amenazas que nunca llegaban a los ojos del público. Este era el primer rastro tangible que encontraba sobre ellos. Mi corazón retumbaba en mi pecho.
El informe mencionaba a una criatura que subsistía en este entorno estéril, una entidad hostil que, según Vargas, no toleraba la presencia de otras formas de vida. La expedición de 1892 no había sido una simple misión de reconocimiento. Habían venido a enfrentarse a algo que eliminaba toda vida, algo que, aparentemente, aún permanecía oculto en estas profundidades.Sentí un escalofrío que no tenía nada que ver con la temperatura. Si esta criatura todavía existía, estaba solo, y mi presencia podía ser suficiente para desatar su furia. Guardé el papel con cuidado y me preparé para explorar más, aunque cada fibra de mi ser me gritaba que saliera de allí.
Había venido lleno de preguntas, pero ahora temía que las repuestas fueran mucho más grandes de lo que imaginaba.




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