La espada y la montaña
9 de enero de 2024
Mis manos resbalaron varias veces en la roca tibia, pero logré ascender hasta un nivel superior. Allí, casi como una aparición surrealista en aquel ambiente de roca y oscuridad, encontré una pasarela de madera. Era un anacronismo extraño, las tablas desgastadas parecían fuera de lugar en una cueva que, por lo demás, había permanecido intocada por el tiempo. La seguí con cautela, asegurándome de que cada paso no traicionara mi presencia.
El final de la pasarela desembocaba en un salón vasto, de unos veinte metros de ancho. La visión que se desplegó ante mí era como sacada de un mito antiguo. La pared opuesta estaba cubierta por una enredadera retorcida que ardía con llamas vivas, aunque, curiosamente, no se consumía. El fuego lamía cada rama y hoja sin reducirlas a cenizas, emitiendo un calor y una luz intensa que iluminaban todo el salón.
En el centro de esa planta incandescente había una espada negra, clavada con firmeza en la enredadera. Su empuñadura estaba adornada con un rubí que ardía con una luz propia, y era desde este punto que las llamas parecían propagarse hacia el resto de la planta. Me acerqué un par de pasos, fascinado por la escena. Todo indicaba que la espada no era solo un arma, sino la clave para contener a la criatura. Era la fuente de su energía, el corazón de esta anomalía que devoraba minerales y repelía la vida.De pronto, un sonido me congeló. Un chasquido eléctrico.
"¿Gamma 17, novedades?" dijo una voz metálica desde una radio cercana.
Giré bruscamente hacia un rincón del salón. Allí, en la penumbra, distinguí la figura de un soldado vestido de negro. Estaba apoyado contra la pared, con un rifle descansando sobre sus rodillas. Parecía haberse despertado apenas con el llamado. Estirándose, tomó su radio y respondió con voz perezosa:
"Sin novedades."
El soldado soltó un suspiro, dejó la radio a un lado y murmuró para sí mismo: "Es una planta, ¿qué novedades va a haber?" Luego, se levantó lentamente, revisó un panel de monitoreo con cuatro cámaras que apuntaban a la enredadera en llamas, y tras asegurarse de que todo estaba en orden, volvió a acomodarse en su rincón.
Mi mente corría. Este hombre no era un simple soldado; estaba allí para vigilar algo que la mayoría del mundo desconocía. Y ahora yo formaba parte de ese reducido grupo que había visto lo que nunca debía ser visto.
Esperé hasta que sus ojos se cerraron de nuevo. Los minutos pasaban lentos, pero finalmente, su respiración pesada delató que había vuelto a dormirse. Saqué mi teléfono pero había quedado destruido con la caída. Entonces pensé en acercarme más. Fue cuando vi un pequeño raton acercarse a la enredadera... fue mounstruoso.Mientras descendía de vuelta al nivel inferior, un pensamiento me golpeó con la fuerza de un martillo: Esto no es solo una anomalía. Es un mounstruo, uno que están dispuestos a mantener contenido a toda costa.
Salí de la cueva con el cuerpo tembloroso, vomite mi cena y parte del almuerzo por un barranco. Hoy ví más de lo que esperaba, pero agradezco que muy pocas personas sepan lo que esta contenido en esta montaña.




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