Diario de Eugenio Robles 33: La llama eterna

La llama eterna

11 de enero de 2024


Mientras el tren serpentea lentamente por las alturas, mi mente no deja de dar vueltas. He sacado el cuaderno por tercera vez en el viaje, intentando plasmar con lápiz lo que vi en aquel salón de fuego y misterio. Los trazos de la enredadera en llamas se mezclan con los detalles de la espada negra, su rubí centelleante en el centro. Pero hay algo en este dibujo que no logro capturar. No es solo la forma; es el peso de su presencia, la amenaza latente que emana de esa cosa.

Operación Nocturna.

Repito las palabras en voz baja, casi como un mantra. Las leí en aquel fragmento de papel encontrado junto al esqueleto del soldado. Doctor Emiliano Vargas – Operación Nocturna. Es un nombre que resuena, un eco que se remonta al año 1892. Desde entonces, esta operación ha mantenido vigilada esa planta, asegurándose de que no escape de su prisión en llamas.

¿Qué tan peligrosa debe ser una entidad para que más de un siglo de vigilancia ininterrumpida sea considerada necesaria? La respuesta parece estar escrita en las paredes de esa cueva y en las anotaciones que hallé: "Se muestra extremadamente agresiva ante la vida en general. No soporta la competencia en su entorno." Un organismo diseñado para exterminar cualquier forma de vida que ose acercarse. Yo lo ví y fue espantoso.

El rubí en la espada… ¿Qué era?¿Quizás, una fuente de energía que la mantiene viva, pero inofensiva? Hay un equilibrio allí, una tregua precaria que se sostiene gracias a la vigilancia constante de esos soldados. El hombre que vi dormitando frente a las cámaras no estaba simplemente cumpliendo con una rutina. Era parte de algo más grande, una maquinaria diseñada para contener lo incontrolable.

Mientras el paisaje de montaña pasa por la ventana del tren, siento una mezcla de fascinación y temor. Por un lado, he tenido un atisbo de algo extraordinario, un secreto tan antiguo como peligroso. Por otro, sé que hay ojos que no permitirían que esta información llegue al público. Mi instinto me dice que he cruzado una línea que no debería haber cruzado.

Recuerdo el fragmento de papel que ahora guardo como un trofeo y una advertencia. La letra del doctor Vargas era precisa, casi clínicamente fría, pero sus palabras llevaban una carga que aún puedo sentir en los huesos. "Recomendación: Eliminación." Esas palabras son las que más me perturban. Porque si alguna vez deciden que la planta ya no puede ser contenida, ¿qué será de quienes están cerca? ¿Y qué será de mí, que ahora conozco este secreto?

Por un instante, la enredadera en llamas vuelve a mi mente. Veo sus ramas retorcidas arder... una llama eterna que desafía las leyes de la naturaleza.

Y la espada negra, clavada como un sello de condena y protección. Hay algo trágico en todo esto, como un titán encadenado, eternamente vigilado para que no desate su furia sobre el mundo.

Cierro el cuaderno y lo guardo con cuidado. Tengo preguntas... muchas. Pero sé que las respuestas no llegarán fácilmente. Los secretos de Operación Nocturna están bien protegidos.

Al menos por ahora, el tren sigue su curso y yo tengo la extraña sensación de que este no es el final.


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