La sombra de Cruz en Alsacia
13 de marzo 2024
El historiador tenía el aspecto de un erudito que vivía entre las páginas de sus tomos antiguos. De cabello canoso y delgado, su voz era profunda, llena de pausas calculadas. Nos encontramos en una biblioteca privada, un refugio de madera oscura y vitrinas que parecían encerrar siglos de secretos. Después de una introducción breve, se sumergió directamente en la historia que había venido a escuchar. Juliette traducia cada palabra manteniendo una neutralidad que me ayudaba a concentrarme en la candencia de la voz del historiador.
—Alsacia, 1898 —comenzó, mientras sostenía un documento envejecido con delicadeza—. Un pueblo pequeño, rodeado de bosques espesos, comenzó a vivir una pesadilla. Desapariciones nocturnas, rastros de sangre que llevaban a la nada. Al principio, lo atribuyeron a lobos, pero pronto quedó claro que no era un animal común.
El historiador ajustó sus gafas y continuó con una cadencia pausada.
—Los aldeanos hablaban de un loup-garou, un hombre-lobo. La criatura se volvía más audaz con cada ataque, llegando incluso a las puertas de las casas. Fue entonces cuando Ignacio Cruz apareció. Según este informe —dijo, señalando el papel en su mano—, Cruz estaba de vacaciones en la región. Pero hay algo más. Francia tenía interés en mantener la paz en la zona fronteriza con Alemania, y el pánico no ayudaba.
Me apoyé en el respaldo de mi silla, absorbiendo cada palabra. Cruz, se encontraba en el lugar y momento exacto.
—¿Qué pasó después? —pregunté, intentando que mi voz no delatara mi ansiedad.
El historiador esbozó una sonrisa tenue, disfrutando del impacto que su relato estaba causando.—La bestia se llevo al oficial a cargo, fue cuando el argentino tomo el mando de la situación. Cruz trabajó en coordinación con oficiales franceses. Organizó a los aldeanos, estudió el terreno y preparó trampas con una precisión militar. Lo que distingue a este evento es la metodología. Según los testimonios, la bestia poseía una inteligencia perturbadora, esquivando trampas y acechando a quienes la perseguían.
Pausa. Un sorbo de té. Luego, la revelación.
—La noche que finalmente capturaron al loup-garou, el pueblo entero estaba alerta. Cruz, junto a un reducido grupo de hombres, lo enfrentó en un claro del bosque. No fue una cacería fue una batalla campal contra el loup-garou. El enfrentamiento fue brutal, las heridas que sufrio Cruz eran más profundas que las que un lobo ordinario podría infligir. Pero lograron contenerlo, aunque con perdidas casi totales, solo un cabo y Cruz sobrevivieron al conflicto armado, según el reporte oficial solo habla de un 'gran lobo salvaje' que fue ejecutado al día siguiente.
El silencio llenó la habitación. Sentí un escalofrío recorrerme. El historiador colocó el documento sobre la mesa y sacó un pequeño estuche de madera. Dentro, una réplica de la medalla otorgada a Cruz.
—La Cruz de Guerra, entregada por su valentía y por salvar al pueblo de Alsacia. Pero lo que más me intriga es que, tras el incidente, Cruz desapareció. No volvió a Francia por varios años, y los documentos sobre su participación son escasos, fragmentados.
Lo miré, intentando organizar mis pensamientos. ¿Un hombre luchando contra un ser mitológico? No era la primera vez que escuchaba algo así, pero cada detalle reforzaba la sensación de que Ignacio Cruz operaba en un mundo donde la realidad se desdibujaba con lo fantástico.
El historiador se levantó de su silla, caminó hacia una estantería y comenzó a buscar entre los libros.
—Tengo algo más para usted —dijo sin volverse, mientras sus dedos recorrían los lomos de los tomos—. La historia de Marne, 1916. Cruz volvió a aparecer en uno de los momentos más oscuros de la historia francesa.Esperé en silencio, pero mi mente seguía atrapada en el bosque de Alsacia, donde un hombre se enfrentó a un monstruo. ¿Qué tipo de vida había llevado Cruz para merecer tantas medallas y tan pocos registros? ¿Y qué oscuros secretos había aceptado cargar, sabiendo que su legado sería un rompecabezas incompleto?El historiador regresó con un volumen grueso y lo colocó frente a mí.
—Marne fue un campo de sombras, señor Robles.
Tomé nota mental de cada palabra. La investigación sobre Cruz me estaba llevando más allá de lo que había esperado. París, con sus luces y sombras, prometía más respuestas, pero también más preguntas.



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